En el transcurrir de nuestras vidas, escuchamos centenares de veces esta añeja frase, como también algunas otras como por ejemplo, que el pasado no existe, que el futuro es incierto y que lo único que queda es el presente, y no se equivocan, lo único que nos queda es el ya, el de inmediato, el ahora, todos hemos sido receptores de estas muy repetidas composiciones gramaticales, pero hay mucha diferencia entre oír y escuchar, y mucha más distancia entre entender y hacer, o acaso cuántos de nosotros entendemos ¿que en cada uno está el cambio?.... soy idealista porque esta realidad es absurda, nos encontramos en una sociedad donde el que menos necesita es el que más recibe, donde el más corrupto es el que mayor poder ostenta, donde el agua que consumimos es la misma donde defecamos, en donde nos llenamos la boca diciendo cuidemos el medio ambiente, pero jugamos a guerra de papel y de agua... en una sociedad donde por 200 pesos te roban y por menos te matan ….....en el país donde los “héroes” si existen pero ¿y dónde están?
Por otra parte cuando realizamos acciones altruistas, en el fondo (y unos más abusivos lo expresan verbalmente) estamos esperando que al final de nuestra existencia se nos otorgue una parcelita frente a la entrada de la finca de san Pedro....jajá....
A todos los aquí presentes la vida, el azar, dios, ala , Belcebú, fulanito o peranito o como se le quiera llamar, nos regaló el poder alimentarnos de ese tesoro llamado conocimiento, y no viene al caso poner en tela de juicio cualquier tipo de fe porque al final que más nos queda que nuestra autonomía que como individuos recibimos al momento de adquirir la razón, aunque hayan por ahí unos que razonan con los pies, y otros que solo son valientes cuando en sus manos empuñan un arma, así sea que por dentro estén más asustados que los mismos amenazados...
con todo lo anterior no pretendo otra cosa que en cada uno de nosotros se le despierte ese “gigante interno” que cada uno posee, que no es otro diferente que el que nos impulsa a estar acá adquiriendo conocimiento, y el mismo que nos da fuerzas y la voluntad de levantarnos cada día a iniciar de nuevo y no quedarnos tirados en un sillón alimentándonos de la caja boba (tv), esperando que los demás hagan lo que nosotros por mero orgullo debemos hacer, y que nuestra obligación es “no tragar entero” (como en una ocasión un compañero lo dijo), expandirnos por medio del pensamiento crítico, y hacernos escuchar, y edificar una ideología tan sólida y pura que hasta el mismo “diablo” se abstenga de hacer el mal; y que ese mismo “gigante” que en cada uno habita, sea el motor de este vehículo político llamado CEA.
Carlos Restrepo