Descripción del Blog

El Colectivo Estudiantil Ágora fue fundado en razón a la necesidad de construir criterios que problematicen los conflictos sociales, a partir del ejercicio intelectual. ¡Por esto y las innumerables razones que apremian nuestra conciencia, clamamos por la liberación de las ideas y el alto pensamiento crítico!

16 de abril de 2012

“Ladran Sancho, señal que cabalgamos”


No sé por qué se le ha dado tanta importancia a la movilización estudiantil de finales del 2011 en Colombia, si hoy, a varios meses de lo acontecido, todo sigue como si nada. Mientras duró el movimiento llegamos a suponer que habíamos hecho retroceder al gobierno, que le obligamos a aplazar su proyecto de reforma, por lo menos, unos meses más y que si “ladraban” –decíamos como don Quijote- era porque en algo les asustaba nuestras movilizaciones. Pero, siendo sinceros, nos oponíamos a un papel cuando esta reforma no era nada más que la leguleyada de la realidad que hoy padecemos, con algunos agravantes más.

Desde afuera del movimiento estudiantil sin duda que se tiene otra perspectiva de lo acontecido (habría que preguntarle al “comité vacaciones[1]”). Mucha gente sintió y se unió a la algarabía a causa de una reforma nefasta, las marchas carnavalescas por las calles de las principales ciudades colombianas; a otros les incomodó las “pintas” y el ruido de los “petos”, despertándoles sus rancios moralismos; otros comprendieron la importancia de la educación superior, pero, fundamentalmente, la necesidad de defender las Universidades Públicas; y mientras que otros derramaron lágrimas, al ver estudiantes abrazando a los “tombos”, muchos nos enfurecimos de indignación.

Es que los estudiantes, encontramos formas, verdaderamente, nuevas de hacernos escuchar y de poner en la palestra pública el cuestionamiento por el sentido de la educación en el país -no tanto como quisimos algunos pero que resonó, resonó-. Con esto no me estoy refiriendo al abrazo a los tombos, ni al espectáculo trágico-cómico que significó la vocería de la MANE, ni mucho menos a la influencia mediática, ni pretendo que se considere al movimiento estudiantil desde la óptica de los nuevos movimientos sociales. Me refiero, esencialmente, a la iniciativa del estudiantado por emprender una labor pedagógica en pro de la defensa de la educación pública: idas a los colegios, a las comunidades, el sacar la universidad a las calles, puestas en escenas en espacios públicos –performance o el inusual flashmob-, canciones y la innumerable información re-significada que circuló por la red.

Es innegable que hubo muchas formas de manifestarnos, en eso no se escatimó esfuerzo ni creatividad, pero para frustración de muchos, que vivimos el proceso desde adentro, no se alcanzó mayor cosa en términos organizativos. Es por eso que no le damos mayor importancia al proceso. Porque de dónde debió haber surgido un estudiantado más consciente y organizado, unido en una plataforma común –de coordinación- resultaron divisiones, rencillas y los viejos vicios de la política colombiana, que supieron manejar la escena del debate.

Lo más ingenuo de todo fue llegar a comparar el movimiento con el que se vivió en el 71. Pero lo paradójico del caso, es que los acreedores de dicha ingenuidad fueron los que participaron como estudiantes de aquel movimiento histórico. Y fue una ingenuidad, que se identifica haciendo un balance histórico, porque fueron estudiantes que se pararon firme y decididos hacer respetar unos sueños de universidad. Mientras allá, no dudaron en invertir el tiempo que fuera necesario para hacer respetar su programa mínimo, acá muchos lloriqueaban porque el paro les estaba quitando tiempo, plata y “violando el derecho a la educación”. Pero está ingenuidad no es fortuita, muchos tendieron a pensar que porque hubo mucha gente en las calles, que eso lo hacía merecedor de una distinción histórica. Pero hoy, lo que parece darnos la razón, es que a un movimiento fuerte no lo hace la masa sino el grado de organización y de consciencia que alcance.

Hay que decir, claramente, que este fue un movimiento que llegó a reivindicar valores capitalistas. O dicho de otra forma, llegó a alabar y reclamar que se le pegara con el mismo garrote, pero bien pegado. Esto lo digo, por la exigencia que sobresale en el programa mínimo de “calidad académica”. Todos sabemos que esto es un concepto propio de las empresas para evaluar las distintas mercancías, y que si se quiere extrapolar a la educación es porque ya se le concibe como mercancía. Acá, como lo apuntaba el profesor Renán en una de sus tantas conferencias, no podemos caer en esta lógica, hay que hablar más bien de “educación digna”.

A las organizaciones estudiantiles que si bien fueron impulsoras del movimiento también se les debe reclamar el retardar las formas de organización que pujaron por nacer durante el paro. Mientras que los integrantes de estos grupos se casaron con una forma de organizarse, restándole mayor importancia a la democracia directa -las asambleas por semestre, departamentos, por facultades y por universidades-. A toda hora tendientes a la centralidad. Otros de sus miembros más sonados percibieron el momento como la oportunidad de ascenso en la carrera política. Lo que demostraron algunas de estas personas es que hay una gran falta de humildad, para reconocer que ellos son participantes del proceso histórico y no la vanguardia por su militancia partidista, y, por otro lado, de compromiso desinteresado, todo en pro del bien y la construcción colectiva.

¿Y qué se viene ahora para nosotros, para el movimiento estudiantil? Todo. Esta vez no le podemos dar la espalda a la historia, hay que atacar de frente la historia, ponerle la cara, carnecita y compromiso a los procesos históricos. Ojalá que muchos de los que hoy se forman como profesores, no tengan que cargar con la vergüenza, con la infamia, de hablar de revoluciones, de vanagloriarse ideológicamente o de callar intelectual o estúpidamente mientras no fueron capaces de defender la universidad pública. Esperemos que después haber pasado por los históricos muros de la Universidad Pedagógica Nacional, que cargan con un pasado de lucha y resistencia, ellos, después de haber crecido 5 años en esta universidad, no piensen de una manera tan visceral y lacónica, bajo la ideología de “me importa un culo”, que no tuvieron tiempo.
Ferney Quintero Ramírez
Estudiante Lic. Ciencias Sociales
Universidad Pedagógica Nacional



[1] Mofa surgida dentro del paro, para referirse a los estudiantes que no se aparecieron ni una vez por la Universidad.