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El Colectivo Estudiantil Ágora fue fundado en razón a la necesidad de construir criterios que problematicen los conflictos sociales, a partir del ejercicio intelectual. ¡Por esto y las innumerables razones que apremian nuestra conciencia, clamamos por la liberación de las ideas y el alto pensamiento crítico!

9 de junio de 2012

LA DUDA Y EL DOGMA EN EL PENSAMIENTO CRÍTICO




“La duda es uno de los nombres de la inteligencia” Jorge Luis Borges


Uno de los productos de las peripecias del lenguaje y su función simbólica en el desarrollo social, ha sido el concepto “pensamiento crítico”. Es una de esas categorías grandilocuentes, de las cuales queremos apropiarnos quienes pretendemos, de una u otra manera, hacer política. Hemos erigido el pensamiento crítico como un valor fundante de cualquier propuesta socio-política, sea en su vertiente teórica o práctica; por ello, me he propuesto caracterizar aquella máxima, a través de dos conceptos que para estos efectos trataré como opuestos: la duda y al dogma.

La duda cartesiana es  una reflexión bastante ilustrativa y, desde mi punta de vista, congruente no sólo con el pensamiento crítico, sino con el conocimiento. Descartes postulaba la duda como un presupuesto metodológico del conocimiento – “la duda metódica”-: la investigación filosófica y el advenimiento de la verdad, debían estar mediados por la duda hasta de la existencia misma. Encontrar una verdad indubitable exigiría dudar de cuanta realidad y percepción se allegue a nuestros sentidos, de ahí el conocido aforismo: “Pienso, luego existo”.  Aquél loco imaginativo puso en duda hasta su existencia, encontrando no más prueba de esta, que la certidumbre del pensar.

La propuesta epistemológica en cuestión, debería –idealmente- llegar al encuentro de cada uno de nosotros con los problemas de la sociedad y del espíritu. El socialista tendría que dudar de las ventajas del estatismo y la viabilidad de un proyecto igualitario; el deísta estaría propuesto ha cuestionar incansablemente la existencia de un ‘Dios’, hasta llegar a la ‘verdad indubitada’ de la constatación divina; el hombre enamorado, estaría dispuesto a ‘autoinflingirse’ interrogantes, hasta desechar el miedo y abandonarse a tan maravillosa experiencia; y así… todos aquellos ejercicios del pensamiento –agobiantes, desde luego-, arrojarían la plenitud de una realidad reflexiva y feliz, por oposición a una realidad frívola y autómata. Esta es, en mi sano entender, una de las características distintivas del pensamiento crítico: la duda.

Ahora bien, un dique para nada despreciable en la fluidez del pensamiento y el ejercicio intelectual, es el dogma. En materia jurídica sería equiparable a “la presunción de derecho”, aquella que no admite prueba en contrario, así la más elemental noción de justicia  y capacidad de discernimiento desapruebe la presunción. No voy a poner en cuestión la función –quizá constructiva- que para el pragmatismo pueda tener, pero sí pretendo señalar lo dañoso que puede resultar para el ejercicio del pensamiento crítico.

Los dogmas, podrá decir algún defensor, son necesidades prácticas, pues poner en cuestión toda ‘verdad’, implica seguramente una regresión al infinito, ¿No es un dogma la existencia? ¿El entendimiento? ¿La humanidad? ¿El universo? ¿El lenguaje? Todos puntos de partida de tipo axiomático, premisas incontrovertibles – y además no constatadas-, que sin ser llevadas al límite del análisis, nos permiten hacer otro tipo de derivaciones, para desencadenar en la vana sensación de conocimiento. De acuerdo. Por ello he de advertir, que mi crítica al pensamiento dogmático no se ubica en una posición maximalista, que inclusive, podría llevarme a una crítica a su vez, con sabor dogmático, abnegada, rígida y ciega: el adalid de la duda seducido y perdido en el razonamiento pertinaz.

De cuando en vez, no viene a mal, poner en duda una que otra ‘verdad’, bien gestada por las fuerzas del establecimiento, o por la rebeldía sin causa.


Gonzalo.

2 comentarios:

  1. si señor, ni las falsas verdades del establecimiento, ni las verdades falsas de los "iluminados" y sus vanguardias ideológicas.

    la duda como elemento fundante de una nueva educación que permita y propicie la emancipación del ser humano.
    excelente texto.

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  2. Ni tampoco, querido amigo, nuestras falsas verdades.

    Me gusta mucho eso: "La duda como elemento fundamente de una nueva educación que permita y propicie la emancipación del ser humano". Suscribo tu tesis.

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