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El Colectivo Estudiantil Ágora fue fundado en razón a la necesidad de construir criterios que problematicen los conflictos sociales, a partir del ejercicio intelectual. ¡Por esto y las innumerables razones que apremian nuestra conciencia, clamamos por la liberación de las ideas y el alto pensamiento crítico!

26 de septiembre de 2011

RECORDANDO

"¿Qué es malo?¿Qué es bueno?; Donde lo malo es lo bueno, y lo bueno es lo malo "




Ayer estaba ordenando mi armario, y entre las tantas cosas que uno guarda, encuentro un pequeño recipiente el cual contenía una sustancia de color oscuro con olor a café; lo recuerdo muy bien, su sabor es inconfundible y no agradable. El día que me lo regalaron me dijeron: “eso es chimú, un alucinógeno que en algunas culturas indígenas lo utilizan para agudizar los sentidos”. Yo no le creí mucho, puede ser porque soy desconfiado o también puede ser porque desconozco del tema, eso ya no importa pues igual me dio curiosidad y decidí comprobar la teoría.

Hace mucho tiempo no lo hacía, y la verdad no encuentro razones para no hacerlo, por lo cual lo haré; sigo las instrucciones al pie de la letra  tal y como me lo dijeron la primera vez, introduzco un trozo pequeño de esa sustancia en mi boca y más específicamente bajo la lengua, y lo sostengo tres minutos contabilizados; la sensación es incómoda –eso no lo recordaba- pues me pica mucho la boca y los ojos llorosos, pero no me la puedo tragar porque supuestamente sus efectos en el estomago son los mismos de los laxantes, y no me quiero purgar.

Me empiezo a sentir diferente, la boca anestesiada, y el corazón aumenta su ritmo cardiaco, y necesito tranquilizarme. Mis manos parecen diferentes, nunca había visto tantas impresiones dactilares en mis dedos, y a la vez, los veo un poco más largos a como los recordaba. Mis ojos están raros, veo lo invisible y percibo lo imperceptible. De repente, mis oídos me reclaman que quieren  escuchar esa canción que tanto les gusta y que no escuchan por “mi falta de tiempo”, le doy play e inmediatamente siento una tranquilidad asquerosa, solo comparable con la sensación de quien recupera su libertad; destapo un cerveza fría y prendo un cigarrillo. Lo tengo todo, nada me hace falta, y pienso cuánto puede durar este momento sublime.

A los pocos minutos pienso en la cultura indígena, y quisiera saber si es verdad que usaban estas sustancias para agudizar los sentidos o si serían otras sus intenciones.  Nadie puede responderme en el momento pues me encuentro solo, entonces me toca dejar volar la imaginación y tratar de dilucidar sus motivaciones. La única respuesta que en el momento me surge es la idea de mejoramiento físico para realizar actividades de caza y supervivencia; pero también las causas pudieron ser sicológicas y espirituales, porque no sería descabellado pensar que deseaban  abandonar su realidad y emprender un viaje al interior de sus entrañas buscando sus más profundos recuerdos, sentimientos y deseos o escavando para poder salir así sea por un instante de su cárcel eterna. Cualquier cosa que se diga es mera especulación.

Finalmente el efecto empieza a ceder, mis pulsaciones se normalizan y mis dedos vuelven a su tamaño normal; ya no veo lo invisible, ni percibo lo imperceptible. Al parecer este viaje tan largo me abrió el apetito e iré a complacer mi instinto animal.



Carlos Restrepo

1 comentario:

  1. ajaja excelente publicación compañero casi pude sentir esa misma sensación a través de su descripción, aunque me falto la cerveza el cigarrillo y la canción...

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