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El Colectivo Estudiantil Ágora fue fundado en razón a la necesidad de construir criterios que problematicen los conflictos sociales, a partir del ejercicio intelectual. ¡Por esto y las innumerables razones que apremian nuestra conciencia, clamamos por la liberación de las ideas y el alto pensamiento crítico!

9 de noviembre de 2011

La masa


“La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad”

John Donne

En primer lugar, debo advertir que antes de proponer una tesis propia y original, pretendo hacer dos invitaciones; a la lectura y a la reflexión.

Hacemos parte de una masa multiforme, una reunión de materia pensante, que aumenta y disminuye, a diario, a minuto, a segundo. Mientras que la alienación e indiferencia que nos permite vivir –trémulo, lo asevero con la ingenua percepción, de que si nos tomamos en serio los problemas de la existencia y la sociedad embadurnada de miseria y desamor, nuestra vida se reduciría a la angustia- se acentúa en nuestro diario accionar, aquella materia languidece y renace. Lo último casi siempre en hospitales. Lo primero en todo lugar, con toda sevicia; y bueno, hay que decirlo, obedeciendo a los mandatos de la naturaleza y a nuestro insondable destino mortal.

La masa, o sea, familiares, vecinos, compatriotas, amigos, conocidos, desconocidos y amantes… más allá de explicarse en esa expresión materialista que decidí usar –no sé por qué, creo que la palabra divagaba en mi cabeza hace algunos días-, tiene que ver con un sentimiento inasible: la humanidad, unos hablan del “sentido de humanidad”. Según mi uso podríamos hablar de “sentido de masa”. Pero no, me gusta más de la otra manera. En fin, la humanidad es una expresión de la sensibilidad del hombre, que como tal lo hace susceptible ante el dolor. Una aflicción que se manifiesta en gran medida, como consecuencia de nuestro pérfido sistema social, un egoísmo visceral que lleva por los caminos de la opulencia a las élites confundidas –pensemos en que simplemente, están confundidos-, y por los caminos del hambre a las mayorías explotadas, que aún disminuidas a la ignorancia, enfrentan ferozmente los designios de la infelicidad.

En medio de dilemas, contradicciones y búsquedas de sentido; unos toman el sendero escabroso de la guerra; otros cultivan su quimera democrática; hay quienes se empecinan en escindirse del “sistema”; otros se esconden para no vivir; algunos nunca deciden. Pero lo que hemos de haber hecho -y de hacer- todos, es abandonarnos a la ventura del humanismo. No de otra manera habrá forma de revertir la amenaza del apocalipsis bélico y nuclear; no por otras travesías dignificaremos la convivencia y el trabajo; no por otro camino habrá justicia social.

No haciendo de la muerte un carnaval de perversiones mezquinas, se alcanzará la “prosperidad democrática”, ni mucho menos la paz. De esta idea, se reprodujo otra, que a su vez me condujo a escribir lo que escribo. Esto con ocasión del exterminio diario al que se ha visto abocada la raza humana, y en razón de la despreciable presentación que el aparataje mediático hace de la fenecida fracción de masa, asesinada, y humillada aún después de la muerte.

La lectura, que motiva y potencia la reflexión a la que invito, es una construcción maravillosa de Gonzalo Arango. La conocí a través del correo, por aquellos días del asesinato de alias “El mono jo-joy”. Es corta y placentera: http://www.gonzaloarango.com/ideas/desquite.html



Gonzalo Galindo Delgado