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El Colectivo Estudiantil Ágora fue fundado en razón a la necesidad de construir criterios que problematicen los conflictos sociales, a partir del ejercicio intelectual. ¡Por esto y las innumerables razones que apremian nuestra conciencia, clamamos por la liberación de las ideas y el alto pensamiento crítico!

16 de febrero de 2012

Reconstrucción histórica en búsqueda de la negación de lo impuesto


 “Durante la época de la colonia los pueblos indígenas ubicados en el valle de aburra deciden de manera pacífica ceder la tierra que cuidadaban, cultivaban y amaban, solo con el fin de que la sangre de su pueblo no se derramara sobre su madre naturaleza.
Decidieron hacerlo de la manera más espiritual que podían hacerla, lloraron su tierra, sollozos lanzaron al aire por entregar su ser más preciado, sin embargo prefirieron conservar su vida, sus creencia, costumbres y cosmogonías para que estas no murieran en manos blancas europeas.
El sitio del Jordán No quisieron venderlo, permutarlo, hipotecarlo ni realizar ninguna otra manía ideada por el blanco para olvidar su madre, una madre que el blanco considera cosa y no alma como lo hacen los grupos indígenas colombianos.
Lo anterior por esa ingenua pero bárbara idea de progreso, que el hombre occidentalizado quiere alcanzar, en donde los principios se olvidan, y solo se piensa en el bienestar propio, dejando a un lado el equilibrio eterno del espíritu y el cuerpo; olvidando las fuerzas del bien y del mal, el hombre blanco cree que progreso es el futuro, es adelante, sin imaginarse que el progreso no existe, progresar debería ser caminar pisando las huellas de los ancestro donde la historia y el tiempo son como un caracol que va en espiral donde el pasado esta adelante mostrándonos la vida de los viejos, de los ancianos, siempre iluminándonos con su infinita sabiduría.
Por eso los grupos indígenas hoy piden que no olviden que la tierra es  madre, que en ella los pueblos construyen sus vidas y fortalecen sus creencias, es en la tierra donde se preserva la cultura y es por ello que manifiestan la necesidad de crear en el Jordán el sitio perfecto para recordar la creencias, crear las nuevas, donde se celebre la vida y se proteja la esencia  y no condenarnos a una tierra de infinito olvido”.  Julián Mazo Bedoya (para muestra teatral epifanía del Jordán 2012)
El anterior texto solo tiene la intención de movilizar, a quien se interese por leerlo, de mover sus estructuras, inquietar, autocuestionarse, sobre sus bases fundamentales, las ideas inherentes a él, por ser parte de una sociedad que absorbe, que nos consume y nos enajena para ella.

Cansado de ver como los discursos alrededor de las formas de hacer historia han pervertido la construcción colectiva sobre la configuración de sus creencias, usos sociales y costumbres más rudimentarias. En el sentido que esa historia ideada, pensada y maquinada por unos pocos  (por ellos, los de arriba), obstaculiza que las comunidades puedan digerir de la manera más consiente esas conductas que lo hacen parte de ese conglomerado en el que habita y socializa.

La reproducción en los sistemas educativos sobre esas formas clásicas de hacer historia, impuestas por todo un paradigma científico (positivismo) ha impedido que las historias subalternar puedan exponerse, valorarse, negándole la posibilidad de reindivicar aquellos grupos, personas, que no hacen parte de la elite que manda y dispone, poder ser parte de la construcción colectiva y no determinada de una historia de todos, una historia que nos dirija hacia la comprensión del ¿Por qué? de las representaciones sociales, una comprensión que intente redefinir las transformaciones de la realidad social, en procura de unos cambios que respeten la dignidad humana y la dignidad de sus pueblos, la historia debe hacerse desde la visión de abajo, del pueblo, una visión cargada de sentido común, esencia, esfuerzo y sentimiento, y no una historia deshumanizada con los datos y las fechas, para poder (algún día) dejar de repetir aquellos imaginarios colectivos alrededor de la historia, donde los pueblos siguen tomando las malas decisiones de volverse un lacayo del poder, prohibiéndose la posibilidad de cuestionar, inquietarse sobre un estado de cosas incómodo y perturbador.

Por ello exhorto a quien lea este ingenuo texto de movilizarse, en cada momento de sus vidas, en pro de cuestionar el estatus quo impuesto, cuestionar aquellos discursos e ideas hegemónicas que impiden la plena humanización de lo humano.                                          
 Julian Mazo Bedoya

1 comentario:

  1. Loable defensa del pensamiento crítico. Yo sólo diría, que además de cuestionar las imposiciones culturales de las élites de la ciencia y la historia, también hay que ser meticulosamente cuidadosos con las historias cargadas de subversión, que no por ser tales nos encauzarán a la experiencia auténtica.

    Respeto el planteamiento de que "...la historia debe hacerse desde la visión de abajo, del pueblo...", sin embargo, recuperar el valor objetivo y verídico de aquella, implica absorber tanto los descarnados discursos oficiales, como los más sentidos y autóctonos de las mayorías sumergidas en la ominosa crisis humanitaria. Se trata de no asumir enfoques cargados de maniqueísmo.

    Nos corresponde, además de evidenciar las falacias del poder, propugnar para que hacia adelante, aquellas minorías marginadas y tergiversadas, conserven su inalienable cultura, y así puedan transmitir su humanidad a la egoísta y guerrerista cosmovisión del hombre occidental.

    Proteger la diversidad es una tarea ineludible. Hay un interesante artículo que puede sensibilizar y aportar al debate: http://www.semana.com/gente/pueblos-perdidos/171889-3.aspx

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