Agoristas, ¿ Para qué estas líneas cuando el que abra esta página no las necesitará, cuando el que entre en su poesía va a encontrarlos de pies a cabeza, con sus voces y sus palabras y su tierra y su destierro?
Digamos que no creo en los prólogos, pero en cambio creo en la amistad y por eso a lo largo de los años he acompañado a muchos amigos artistas y poetas en sus aventuras de papel y de tela y de arcilla; como juntarse para vagar por las calles de la ciudad, charlando entre café y café, entre cigarrillo y cigarrillo. Nunca hablé de ellos sino con ellos, nunca prologué nada pero sí estuve cerca, hombro contra hombro cuando el corazón me decía simplemente: dale.
Por eso vuelvo hoy con ustedes, porque su poesía es Colombia y eso quiere decir que es de muchos además de ustedes, y en esos muchos me incluyo porque seré siempre Colombiano, Suramericano, Latinoamericano y sobre todo Caribeño (mas que costeño) y todo lo que ustedes quieran mientras sea América Latina. A más de uno se les fruncirá la nariz patriótica (algún no agorista), pero no le hagan caso; en todo nacionalista duerme un fascista, está probado. No le hagan caso, agoristas, vámonos por las calles cantando y hablando de esa Medellín que conocimos juntos; cuando eramos chiquitines (lo somos todavía), a lo mejor nos cruzamos en una esquina y nos miramos, en el bloque 14 agenda en mano, bolso en la espalda cada uno con sus sueños.
Verán mis compañeros agoristas, Medellín y yo somos una vieja amistad (anécdotas diría), con decirles que en esos días yo escribía todo el tiempo poemas y tengo uno donde se habla nada menos que de las tardes de tertulia en el campus de la UdeA, otro sobre el ocio de los ociosos y muchos sobre el paisaje montañoso de esa su hermosa ciudad. No pongan esa cara, nunca los publiqué, eran mis cartas de amor porque estaba, estoy y estaré enamorado de Medellín - de sus chicas por cierto - y eso se guarda en secreto. Pero se los cuento para que sientan todavía más por qué su tierra es la mía, por qué estuve con ustedes el día en que llegó la hora de estar (juntos en la Plazoleta Barrientos), aunque otros se hayan quedado en casa, por qué me gusta acompañarlos en esta misma página donde ahora mismo voy a irrumpir su poesía, su voz, su pueblo. Ahora mismo, Agoristas, porque llegamos a una esquina y yo me despido. Sigan juntos, creo deben seguir juntos; de mi parte estaré siempre pendiente en la distancia de ustedes. Nos vemos, amigos.
*Adaptación de un cuento de Julio Cortázar, que se encuentra en Papeles Inesperados.
AeromeroB
Bonito el ímpetu con el que escriben. Bonito creer y actuar aunque sea desde la aproximación y la duda.
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